jueves, 10 de abril de 2008

ANTROPOLOGÍA

FORMACIÓN INTEGRAL.

La formación integral es la consecuencia de la antropología menesiana y es una de las insistencias del pensamiento de Juan María. Hay que formar al hombre entero: espíritu, corazón y voluntad. Hay que formar, como hemos dicho, la voluntad para que iluminada por la verdad y guiada por el amor obre el bien. Este es el objetivo principal de la educación.

"El niño lleva, sin duda, en él una inteligencia capaz de conocer el bien infinito mismo, un corazón hecho para amar la soberana bondad, un cuerpo que podrá mandar las más sublimes acciones. Pero esta inteligencia permanecerá cerrada para él, como el libro de los siete sellos, si la educación no lo abre. Es necesario que la palabra lleve la luz a las tinieblas de su entendimiento. Pero este corazón no podrá menos que perderse en la búsqueda de la dicha y agotarse en un trabajo sempiterno, si la inteligencia iluminada por la verdad no se la descubre; si al despertar sus afectos y sus sentimientos, no los dirige hacia el bien verdadero, y si no le enseña al mismo tiempo a distinguirlo de lo que no es más que engañosa imagen. Pero este cuerpo será esclavo de los más viles apetitos, si la voluntad, a su vez, iluminada por la inteligencia sobre sus verdaderos deberes, no le ordena actos, no le forma en hábitos dignos del hombre"[1]

Hoy debemos entender la formación integral desde la modulación de subjetividades sólidas, que puedan superar las limitaciones del individualismo que propone nuestra sociedad.

Modular es clave en la escuela menesiana, que cada persona va encontrando su propia forma; constituyendo subjetividades que se resisten a los moldes ( dar forma) que la sociedad propone a través de los nuevos agentes de formación, la tv, y el resto de los medios de comunicación social.

Modular es formar integralmente, es permitir que cada uno vaya encontrando su propia forma, en la sociedad, en la relación con los otros, respondiendo libremente al plan divino que Dios tiene para él.

Hoy la escuela menesiana debe escapar a los proyectos que buscan estandarizar a los niños y jóvenes, transformándolos en meros consumidores de una cultura y de productos de mercado.

Debemos educar para la resistencia, y la escuela debe ser alternativa, donde cada uno pueda encontrar un espacio que le permita crecer en su fe, en su formación a través del desarrollo de sus capacidades.

¿Qué se entiende por integral hoy en nuestras escuelas? ¿Alcanza con tener catequesis o proclamar que nuestras asignaturas hablan de pastoral?

Educar la dimensión de don de la persona.

Educar la persona será cultivar, al mismo tiempo, la dimensión de don y el yo activo. Favorecer el desarrollo personal, pero siempre en dependencia del yo pasivo. El yo activo no puede olvidar que lo que tiene es recibido, es don, es gracia, es fuente de comunión. El yo activo no puede ser reducido a algo puramente mecánico e instrumental, independiente del ser de la persona.

"Se habla de extender la instrucción con una rapidez hasta ahora sin parangón. Y se les seca el talento en su fuente, ahogando en el fondo de sus almas los sentimientos que le alimentaban, le inspiraban y le vivificaban; no se ve en el niño más que un ser físico, una máquina que hay que organizar; y se degrada su inteligencia por métodos materiales, que deberían, dicen, dar resultados prodigiosos, y en efecto han producido prodigios de corrupción"[2]

Perdiendo de vista la dimensión de don de la persona, ésta se convierte en una máquina.

Educar el yo activo hoy es construir las capacidades para poder actuar sobre la realidad. El aprendizaje en una escuela menesiana debe potenciar nuestras habilidades, favoreciendo la igualdad de oportunidades, para que todos logren alcanzar su mayor potencial.

Formación integral y jerarquización. El sentido.

La formación integral exige una unidad y una jerarquización de las diferentes dimensiones de la educación. Como dice Juan María, no hay que negar nada, pero hay que saber poner cada cosa en su sitio.

"Como si no hiciese falta formar su corazón en los hábitos de virtud y enseñarle de dónde viene, a dónde tiende y cómo puede llegar. Nosotros no excluimos nada, pero, ponemos cada cosa en su sitio; sabemos que si se puede pasar sin instrucción, no se puede pasar de las costumbres; que la sociedad vive de deberes y que por consiguiente, la enseñanza de los deberes debe tener el primer puesto en educación"[3]

La fuente del sentido es la unidad y jerarquización de las tres dimensiones. El sentido es direccional. La amalgama de elementos no da sentido. La eliminación de alguna de las dimensiones de la educación reduce el sentido.

El educador Menesiano, como transmisor de sentido, debe saber unir y jerarquizar, debe guardar siempre en su memoria estas palabras del Fundador.

" Veo con gusto los progresos de tus alumnos en las ciencias humanas; sin embargo, lo que deseo por encima de todo, es saber que los hacen mayores en la ciencia de los santos: debes darles no solo la instrucción, sino también la educación cristiana; que ese sea, pues, el objeto principal de tus cuidados y trabajos"[4].

Mientras el saber requiere de una relación asimétrica, alguien que sabe y pasa la posta al que se supone ignorante, la información sólo necesita de un mediador (sujeto o máquina) que la torne disponible. Si el saber requiere para su transmisión de una institución (tiempos, secuencias, jerarquías), la información puede ser adquirida de modo autónomo e instantáneo: cualquier chico puede, adquirir la información que precise. La información se autosostiene. Pensemos en el siguiente ejemplo: cualquiera puede obtener información sobre la caída de las Torres Gemelas. Probablemente no alcance para conferirle significado y en ese caso necesitaría apelar a un conjunto de saberes sobre geopolítica, la relación histórica entre Oriente y Occidente, las distintas versiones del fundamentalismo. Pero son cuestiones que no atañen a la lógica de la información. Puedo hablar sobre el fatídico 11 de septiembre de 2001 con la mera recepción televisiva.

A partir de estas reflexiones, hoy nos debemos preguntar: ¿Qué estamos jerarquizando en la formación de nuestros alumnos?

En la instrucción ¿Qué procesos favorecemos? El desarrollo o aplicación de capacidades o la acumulación de información.

Educar al hombre entero, ese es el verdadero reto de la educación.

Las tres dimensiones de la educación: instrucción, moral y religión, según la terminología de Juan María, deben estar siempre presentes y unidas, en la educación. En el mismo “acto educativo”debe ser educado el hombre entero. La educación integral es algo irrenunciable. Instrucción- educación- evangelización es un trinomio inseparable y jerarquizado, cada uno encuentra su sentido en el siguiente. Esta unión constituye para Juan María el verdadero sentido de la educación

"Queremos ante todo preservar a la juventud de los errores que muy a menudo la extravían, de los peligros múltiples que la rodean, y enseñarles la más alta y la más bella de todas las ciencias, la de los deberes del hombre y del cristiano; pero también queremos dar a nuestros alumnos una instrucción sólida y variada que los haga capaces de llenar en el mundo, con distinción, los diversos empleos a los cuales se les destina; quedar en esto por detrás de otros colegios, no seguir las ciencias humanas en su progreso, sería engañar las justas esperanzas de las familias"[5]

Conocer, amar, obrar eso es el hombre para Juan María, por lo tanto la educación exigirá educar el espíritu, el corazón y la voluntad.

"En estas escuelas, se forma al hombre entero ,tanto su corazón como su espíritu... El niño adquiere los conocimientos que le serán indispensables más tarde, cualquiera que sea su destino, y al mismo tiempo se le preserva de los vicios que son la desgracia de toda la vida"[6]

Fuera de la unidad de estas tres dimensiones de la educación, cada una se pervierte y pierde su verdadero objetivo. Esta unidad es exigida por la antropología menesiana. La instrucción es útil y encuentra su sentido cuando está unida a la educación. La educación encuentra su finalidad en la evangelización. Como dice Vita Consecrata la santidad es propuesta como meta educativa. Vuestro ministerio es hacer santos y no sólo sabios, decía Juan María.

La instrucción es provechosa y útil unida a la educación, separada se pervierte y se convierte en un instrumento de orgullo y división. La educación nos muestra cómo debemos utilizar la instrucción.

" La instrucción es un elemento útil, cuando se orienta bien su uso, peligroso cuando se abusa de él."[7]

"Si es verdad que la instrucción es útil para todos, no es menos cierto que no sirve para nada sin la educación y sin la virtud."

"Quién no ve en efecto que en medio de los conocimientos más amplios y más variados, el corazón puede conservar todas las debilidades y caer en los más graves desvaríos: que no es suficiente fortificar la inteligencia si no se fortifica la voluntad"[8]

Esta subordinación de la instrucción a la educación no debe hacernos olvidar su importancia. Jerarquizar no implica eliminar.

" Queremos dar a nuestros alumnos una instrucción sólida y variada, que les haga capaces de llevar en el mundo, con distinción, los diversos empleos a los cuales se destinan"[9]

" (El Hermano Ambrosio) debe regular el tiempo dedicado cada día a enseñar el catecismo. Es cierto que es el principal objetivo de vuestra misión, y que no sabrías tomar demasiados cuidados; sin embargo no se debe descuidar el resto, aunque este resto sea menos importante."[10]

La instrucción separada de la educación es fuente de división, de competencia, de egoísmo, no es un elemento de solidaridad.

“Ahora bien, ¿quién no lo sabe? Si estas necesidades, si estos intereses acercan, a veces, más a menudo, dividen y no unen nunca; no crean una comunidad verdadera”[11]

“Ojalá todos los que lean estas líneas comprendan que es bueno saber leer, escribir y contar; pero esto no basta, porque si es bueno instruir a los niños, es necesario también educarlos, y si es bueno desarrollar su espíritu, es necesario también formar su corazón, y si es bueno iniciarles en los mecanismos de la lectura y el cálculo, es mejor inspirarles el gusto por la virtud y la verdad”[12]

La sola instrucción, separada de la educación en la verdad y en el amor, no soluciona nada educativamente.

En esta separación de estos tres elementos estaba fundamentada la crítica de Juan María al método lancasteriano. Es capaz de reconocer otras ventajas pero no puede aceptar que estos tres elementos se separen.

“Además, tened cuidado, enseñar a los niños a leer, escribir, contar y excluir, poco más o menos, toda otra enseñanza que no se relacione con lo instrumental, no es dar al niño una educación social. Es simplemente darle los medios para satisfacer las necesidades del cuerpo, los intereses de la vida presente”[13]

“Por un lado, la recomendación hecha a los comités de favorecer todos los métodos de enseñanza, y en consecuencia la enseñanza mutua, que todos los buenos espíritus han rechazado en Francia, porque si este método puede contribuir a desarrollar rápidamente el espíritu, deja el corazón vacío, por una falsa economía del tiempo que la experiencia universal ha reconocido necesario para dar a los niños una educación moral y religiosa”[14]

La evangelización es la que debe marcar toda la direccionalidad de la educación. Jesús es el modelo de todo hombre. La educación menesiana quiere hacer de los alumnos discípulos de Jesucristo. Por eso la verdadera educación debe ser religiosa.

"Una educación que no lleve el sello sagrado de la religión es como una fuente envenenada cuyas aguas pestilentes extienden por todas partes la desolación y la muerte" [15]

“Pero una educación que no es esencialmente religiosa ¿puede enseñar al hombre todos sus deberes? ¿Puede sembrar en los corazones semillas imperecederas de virtud? Me atrevo a afirmar que no”[16]

Juan María ve con claridad que esta educación integral sólo la puede dar la persona del educador. La educación integral no es una técnica, es una transmisión osmótica de la persona del educador a la persona del alumno. La selección y formación de los educadores se convierte así en la elemento clave de la educación.

"Repitámoslo fuertemente sin religión no hay moral: por tanto la educación si debe ser moral, debe ser religiosa; lo mismo que para ser religiosa debe estar confiada a hombres religiosos"[17]

“La educación es necesaria, es diferente de la instrucción, ella es religiosa y dada por hombres religiosos”[18]

Para el educador menesiano esta preocupación por la educación integral es una prioridad y, podríamos decir, casi una obsesión.

"Cuide que se dediquen especialmente en todas las escuelas a la enseñanza religiosa y a inspirarles a los niños el gusto de la piedad; temo que por brillar, se busque demasiado las cosas de brillo, y a hacer sabios antes que santos; sería ir contra el objetivo de su misión" [19]

Una escuela menesiana es una escuela de formación integral del alumno. Una escuela donde no se dé una formación integral no puede llamarse menesiana.

"Ahora bien ¿qué remedio emplear para curar este mal allí donde existe, o para prevenirlo allí donde no existe todavía? No hay otro, hermanos míos, que buenas escuelas, es decir, escuelas verdaderamente cristianas, piadosas, asilos donde la religión acoge a la infancia, donde ella les distribuye el pan de la instrucción, no menos necesario a las almas que el pan para los cuerpos; donde les forma en la práctica de las amables y dulces virtudes que hacen el encanto de la primera edad y la dicha de las otras; donde les da la inteligencia de las altas verdades encerradas en el catecismo que el Hijo de Dios ha querido enseñar a los hombres y que no ha permitido a ninguno ignorar"[20]

Instrucción:

La instrucción es un instrumento que como tal puede ser bien o mal empleado, eso dependerá de la educación.

"Saber leer es un bien o un mal según el empleo que se haga de esta facultad y los frutos que se saquen: la instrucción es un instrumento útil cuando se dirige bien su uso, peligroso cuando se abusa". [21]

La instrucción separada de la educación es fuente de división, competencia, egoísmo. No es un factor de solidaridad, ni de cohesión social.

"Ahora bien, ¿quién no lo sabe? si estas necesidades, si estos intereses acercan, a veces, dividen más a menudo, y no unen nunca: no crean una sociedad verdadera"[22]

Educación:

Es la educación quien debe orientar el uso del instrumento-instrucción.

"Puedan todos los que lean estas líneas comprender que es bueno saber leer, escribir y contar; pero que esto no basta, porque si es bueno instruir a los niños, es necesario también educarles; y si es bueno desarrolar su espíritu, es necesario también formar su corazón, y si es bueno iniciarles a los mecanismos de la lectura y del cálculo, es mejor inspirarles el gusto por la virtud y la verdad" [23]

Religión:

El sentido tiene dos componentes: señala el camino y da la fuerza para recorrerlo. La direccionalidad del camino viene expresada en la educación, pero la fuerza para recorrerlo lo da la religión. No basta con la moral.

"La moral humana, seca y fría, puede indicar el camino, pero no da el valor de recorrerlo".[24]

"Pero una educación que no es esencialmente religiosa ¿puede enseñar al hombre todos sus deberes? ¿puede sembrar en los corazones semillas imperecederas de virtud? Me atrevo a afirmar que no" [25]

LA ESCUELA Y LA EDUCACIÓN.

La escuela es una minisociedad.

Juan María conoce muy bien la gran importancia de la educación.

" Todo surge de la educación, el hombre con sus virtudes y vicios, la familia con su carácter y hábitos, la sociedad con sus creencias y costumbres"[26]

La escuela es una minisociedad donde el joven debe aprender a vivir en comunión con Dios y con los demás hombres. Está es una idea común a Feli y Juan María.

"¿Qué es una escuela cristiana? Una pequeña sociedad organizada sobre el modelo de la grande, una sociedad de preparación. La inteligencia, el corazón, el cuerpo incluso, son formados en los hábitos sociales... En el curso de esta educación el niño además de lo necesario ha recibido también lo útil" [27]

"A menudo ocupándome de colegios y reflexionando sobre lo que pasa en ellos, me ha extrañado encontrar en ellos una imagen fiel de la sociedad; un colegio es un pequeño mundo" [28]

Por lo tanto la educación tiene una dimensión social ineludible.

"La misión de los Hermanos no se limita a iniciar a los niños en la piedad para con Dios; es también misión suya dar a los niños el espíritu de familia y formarles para la vida social, enseñándoles a vivir con honradez entre los demás hombres."

"Preparar para la sociedad las generaciones nacientes, introducirlas en cierta medida en la jerarquía de los seres que unen la justicia y la verdad, he ahí cuál es el verdadero objetivo de la educación"[29]

"Y muchos no pueden concebir, porque no comprenden, que la educación no consiste únicamente en meter en la cabeza de los niños algunas palabras de latín o algunas demostraciones de matemáticas, sino en formar esos corazones y esos espíritus completamente nuevos, en alimentarles con la leche fortificadora de la religión y de la moral, en hacer nacer en ellos el gusto y el amor a la virtud, más con los ejemplos que por los discursos. Es todo el hombre el que hay que formar, y formarlo para la sociedad: noble y sublime ministerio, cuyo ejercicio es una perpetua entrega, que la sociedad puede pedir a cambio de un poco de oro a interés, pero que no lo obtendrá, nunca, más que de la religión, porque sólo ella puede igualar la recompensa al sacrificio"[30]

Los dos órdenes aplicados a la escuela.

"Si era hombre del mundo y del tiempo, debía ser también hombre de la religión y de la eternidad"[31]

Si aplicamos por tanto la teoría de los dos órdenes (fe – obediencia y libertad – progreso), tan importante para la pedagogía menesiana, a la escuela, nos encontraremos con que hay dos modos diferentes de entender lo que es una escuela. La escuela que educa sabiendo mantener unidos los dos órdenes y la escuela que elimina el orden de la fe – obediencia.

"Se comprende de ordinario bajo el nombre de educación dos cosas distintas, aunque íntimamente unidas, la enseñanza que forma el hombre moral, determina las creencias, regula los hábitos y aquella que no tiene por objeto más que los conocimientos puramente humanos. La primera, necesaria universalmente, es el fundamento mismo de la sociedad" [32]

Los “filósofos, como dice Juan María, sólo aplican un orden.

"Los filósofos de nuestro tiempo, cansados de gobernar los imperios, se han puesto a regentar las escuelas, tienen principios muy diferentes: según ellos enseñar a los niños a vivir cristianamente, acostumbrarles temprano a llevar el yugo de la obediencia, formarles en la práctica de la virtud, e inspirarles el amor, eso no es nada. Leer, escribir, calcular, eso es todo"[33]

De la aplicación de uno solo de los órdenes, en la sociedad y en la escuela, es de donde provienen los contagios del error y de las malas costumbres, de los que la escuela cristiana debe proteger y liberar a sus alumnos.

"Cuando el Verbo se ha hecho carne y ha habitado entre nosotros, ¿no ha instruido con su boca divina todos aquellos que le seguían?, ¿no ha reunido en torno a El a los pequeños niños para enseñarles y bendecirles? Y nosotros, que somos sus discípulos ¿podemos no imitar sus ejemplos, y no contribuir tanto como nos sea posible a preservar la generación naciente del doble contagio de las malas doctrinas y de las malas costumbres?"[34]

La buena educación no es una simple reproducción social, sino que es una constante crítica de la sociedad, y de la manera en que estos dos órdenes son vividos al interior de la sociedad.

“Y es la razón por la que la filosofía estima y prefiere las ciencias físicas a las ciencias morales. Esta preferencia se observará hasta en la educación; y si existe una educación pública en el pueblo que, yo supongo, será infaliblemente dirigida según las máximas que le rigen a él y por el espíritu que le anima; espíritu de orgullo que coloca en primera fila de importancia una fútil instrucción, propia para alimentar la vanidad, sin molestar a las inclinaciones del corazón"[35]

A partir de aquí se entiende la lucha del Fundador contra la Universidad y su crítica al método lancasteriano. Ni la Universidad ni el método lancasteriano educan en los órdenes, sólo aplican el orden de la libertad – progreso.

Las diferentes maneras de concebir la función de la escuela exige la libertad de enseñanza y la libre competencia, tan defendidas por Juan María y Feli.

"El equilibrio entre la ciencia útil y la que dañaría se establece por sí mismo por la libertad"[36]

"La competencia tiene sin duda sus inconvenientes sobre todo para aquellos que están obligados a sostenerla; pero tiene también sus ventajas, y la ley quiere que exista.Sin ella no habría ni libertad ni progreso" [37]

"El monopolio mata; la libertad vivifica y fecunda todo en torno a ella"[38]

Educación y lectura de la historia personal.

Educar, es enseñar a leer la propia vida a la luz del Designio de salvación. La educación tiene así una clara dimensión vocacional.. Es enseñar a descubrir el designio de Dios en mi propia vida, saber discernir mi puesto en el orden de la Providencia. El orden, hemos dicho, se revela en la historia. Debemos educar para que el alumno descubra en su historia el querer de Dios, la llamada de Dios. Estos son elementos importantes de la educación.

"Pensad que la salvación depende casi siempre de la elección del estado de vida que se hace a vuestra edad"[39]

David y Samuel son los modelos. Debemos cultivar en el alumno la actitud de David para que sea capaz de decir como él: Muéstrame, Señor, el camino por donde debo caminar.

O como Samuel: habla, Señor y "muéstrame los designios que has formado sobre mi alma"[40]

Esta elección necesita de mediaciones que debemos enseñar a utilizar a nuestros alumnos. Son fundamentales las mediaciones de la oración y del diálogo con otras personas " de modo que ni los prejuicios del mundo ni mis pasiones obscurezcan mi razón"[41]

La educación, ministerio de la Palabra.

De la palabra a la Palabra. Cristo es el Maestro Revelador. En Cristo se encarna la Palabra substancial, la Verdad del Padre. Toda palabra humana verdadera hace referencia y revela esta Palabra encarnada

La educación es una participación "al ministerio de la palabra". No basta con el sacerdocio moral que proponían los lancasterianos. No es suficiente una educación moral. El Menesiano "habla en nombre de Jesucristo, ocupa su lugar." Ejerce el ministerio de la enseñanza. Su palabra es servidora de la Palabra. El Menesiano es como Jesús revelador del Padre. "El Hermano como Jesucristo enseña la verdadera doctrina, enseña a conocer a Dios". Su palabra "disipa la ignorancia", es palabra que lleva la luz a las tinieblas. Su palabra "muestra el camino que conduce al cielo", el camino de la paz, decía Juan María:

Es necesario que la palabra lleve la luz a las tinieblas de su entendimiento”.

Será la palabra quien vaya gravando, poco a poco, la ley del Espíritu en el corazón de los niños. Es la Palabra quien se va gravando por obra del Espíritu en nuestro corazón. Se hace así palabra interior, palabra encarnada en nuestro corazón. La verdadera moral nace de la Palabra.

El ministerio de la palabra exige el anuncio explícito de Jesucristo y de su evangelio. No puede haber verdadera educación menesiana sin anuncio explícito del evangelio. Eso pensaba Juan María por lo menos.

La educación moral

La verdadera moral, que no es simple ideología, debe ser comprendida como la ley de mi ser y como lazo fraterno. La verdadera moral no es ni una autonomía ni una heteronomía.

No es autonomía, pues está sujeta al orden de la fe y de la obediencia. No es una heteronomía, porque nadie puede imponer su ley a otro. La verdadera moral es una teonomía, en la cual las leyes son a la vez las leyes del ser y la expresión de la voluntad de Dios. Es una teonomía, donde la voluntad de Dios y la ley de mi ser coinciden. "Hacer tu voluntad Dios mío, es lo que yo quiero, tu ley está en el fondo de mi ser" Ps. 40,9.

La moral debe ser comprendida como el desarrollo del propio ser y como el cumplimiento de la voluntad de Dios. En la educación religión y moral deben estar unidas. Dios quiere mi desarrollo como persona.

La moral, por otro lado, como dice Juan María, es: "centro y lazo de la unión fraterna entre todos los hombres".

Frente al lazo del interés, lazo aparentemente fuerte porque está sostenido por el egoísmo, la moral propone el lazo del amor.

"El interés es hoy toda la moral y la fuerza, toda la política. Se cree que este lazo es el mejor porque es el que más aprieta, pero no se piensa que es también una razón para que se estropee antes y se rompa más fácilmente"[42]

"El mundo tiene lazos llenos de gran aspereza, y de una falsa dulzura; de dolores ciertos y placeres inciertos; un trabajo duro, un reposo incierto; cosas llenas de miseria y una esperanza vacía de dicha"[43]

El verdadero lazo es el lazo del amor. No puede haber verdadera moral sin religión.

"La religión es fuego, pero este fuego no quema más que la paja, ha caído del cielo para animar la tierra, calentarla, alimentarla, vivificarla"[44]

"La moral humana, seca y fría, puede indicar el camino pero no da la fuerza para recorrerlo; de modo que para mantener a los alumnos en la obediencia, que no tiene freno religioso, la vigilancia y disciplina ordinarias son insuficientes" [45]

"Un error de estos tiempos, es el de querer la moral sin religión, es decir, reglas de conducta separadas de creencias religiosas, como si los preceptos y los dogmas podrían separarse y no se garantizasen los unos a los otros, como si se pudiera hacer cristianos sin cristianismo, darnos una religión sin culto, una creencia sin símbolo...Que se tenga cuidado, el hombre no obra más que por lo que cree y según lo que cree..Querer construir el edificio de la moral haciendo abstracción de la religión, es una pretensión tan rara que uno se maravilla que haya podido salir de cerebros que por otra parte no dan muestras de alienación"[46]

"Por la caridad, Dios se convierte en el principio y fin de nuestros pensamientos, de nuestros sentimientos, de nuestras acciones: no tenemos otra voluntad que la suya, otro objeto que agradarle y dirigimos todo a su gloria"[47]

La verdad y el amor, como diría Juan María, tienen exigencias sociales, como son la renuncia al amor propio, al interés, el sacrificio de sí, la renuncia al egoísmo. Sin estas condiciones no puede darse ni la verdad ni el amor. La enseñanza de la moral, es decir, de las verdades sociales es indispensable.

"No es así como los Hermanos enseñan la moral a nuestros hijos: en nombre de la Religión, que ha recibido sus votos de perfección cristiana, ellos les enseñan de dónde vienen, dónde van, cómo deben llegar a su noble fin; es lo que el sabio no sabe siempre, y que sin embargo es lo primero para el hombre, lo más importante, y a decir verdad, la única cosa necesaria que debe saber. Pero no limitan a eso su enseñanza: a lo necesario añaden lo útil: dan a la infancia todos los conocimientos elementales que prometen vuestras escuelas y ponen entre sus manos , con la instrucción, un instrumento que usarán para su bien ser y para ventaja de la sociedad, porque primero han sometido las pasiones, que habrían podido destruirlo."[48]

La ley de la comunidad.

El a priori de la pedagogía menesiana es la comunión, la unidad. Hemos sido creados en comunidad y debemos luchar contra la individualidad para que toda la historia se oriente a crear la unidad. Por eso mismo, la comunidad educativa debe también ser contemplada como el a priori de la educación, como el horizonte de la labor educativa, como aquella realidad que impide que la educación sea simple ideología. La comunidad educativa donde se vive la unión como el interés común, donde todos los otros intereses están prohibidos. "El Hermano enseña por vocación, no por interés".

El niño es así invitado a entrar en esta comunidad de hombres para los demás. Y dentro de esta comunidad aprende el sacrificio de sí mismo por los demás, la renuncia al egoísmo, la superación de la individualidad. Entra con confianza en un mundo donde la vida adquiere sentido.

La ley del progreso aplicada a la pedagogía.

El progreso de la persona es algo que la educación debe cultivar. La educación debe sacar fuera y desarrollar todo lo positivo que la persona lleva dentro. Todo ser tiende a la perfección. Pero este progreso debe respetar siempre las leyes de la verdad, del amor y de la comunidad. Si no lo hace el progreso se convierte en simple cultivo de la individualidad y del individualismo.

"No descuide nada para que sus alumnos hagan progresos; pero dedíquese sobre todo a instruirles en la religión y a inspirarles el espíritu de piedad"[49]

Dirá Juan María que la ley del progreso exige también seguir el desarrollo de las ciencias humanas.

"Queremos también dar a nuestros alumnos una instrucción sólida y variada, que les haga capaces de cumplir en el mundo con distinción los diversos empleos a los que se inclinan, quedar en esto por detrás de otros colegios, no seguir en sus progresos a las ciencias humanas, sería defraudar las justas esperanzas de las familias"[50]

La ley del progreso exige: la paciencia con los alumnos, el respeto de sus ritmos personales, partir siempre de lo positivo de la persona, la exigencia, el trabajo serio, la reflexión...

"Sed pacientes con los niños y no esperéis que sean perfectos; su edad disculpa muchas miserias y tus lecciones no están perdidas, aunque no aprovechen al instante"[51]

"Hay que tener en cuenta las circunstancias y no reprochar demasiado vivamente a los niños cosas de las que no tienen culpa; por otra parte los medios suaves son siempre los más eficaces"[52]


Trabajo a realizar en base al documento

Característica Menesiana

Como debiera bajarse a la gestión

Práctica áulica

pedagógica

Nuestra realidad

Se debe edda

Se trata a través de este trabajo de realizar un análisis y bajada concreta a la realidad de nuestro centro; teniendo en cuenta los principios y mandatos fundacionales que mueven a la escuela menesiana, arriba desarrollados.

Tomémonos el tiempo necesario para construir este trabajo, en base a lo que quería Juan María y el hoy de nuestros centros educativos, que deben actualizarla y vivirla.



[1] Antología p.293-294.

[2] Antología p 307.

[3] Sur l’éducation religieuse. S. Brieuc 1833.

[4] Antología p. 325

[5] Antología p.312.

[6] Sermones II. p.794.

[7] Antología p.294

[8] Antología p. 294.

[9] antología p. 312

[10] Antología p.323

[11] L'école mutuelle à Lannion. Saint-Brieuc 1834. P.5

[12] Antología p .300

[13] Lanion

[14] Carta 1335. Al obispo de Rennes 30 julio 1828

[15] Antología p.297.

[16] Antología p .295

[17] De l’enseignement religieux. p.

[18] Antología p .298

[19] Antología p 323.

[20] Antología p.308.

[21]Enseñanza religosa p.5.

[22]Lanion p.4-5.

[23]Enseñanza religiosa p.39.

[24]Enseñanza religiosa p.10.

[25]Enseñanza religosa p. 9.

[26] Sur l’éducation religieuse.

[27] Conservateur 29 oct. 1818

[28] Antología p..332

[29] Des progrès de la révolution. p.103

[30]Reflexiones p.64.

[31] Antología p.297.

[32] Des progrès de la révolution. p.103

[33] Antología p.291

[34] S70E190 (Sermón a los niños. Fundación de una escuela (1846?)

[35] Ensayo sobre la indiferencia en materia de Religión. Ed. española. p.384

[36] Des progrès de la révolution. p.113.

[37] A través de la correspondencia t. V. p.231.

[38] Antología p .321.

[39] Antología p.344.

[40] Antología p.344.

[41] Antología p.345.

[42] Antología p 384

[43] Mercurio p.249

[44] Antología p.371.

[45] Antología p.296.

[46] Enseignement religieux. p.10.

[47] Antología p 278.

[48] L'école mutuelle à Lannion. p.6.

[49] Antología p.324.

[50] Antología p.312.

[51] A través de la correspondencia t.VI. p.147.

[52] A través de la correspondencia t.VI. p.133.

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